25 de noviembre de 2010

Día 10

Creo que este es mi décimo día en esta isla, aunque he perdido la cuenta significativamente. Las noches las paso en vela por el frío, mientras que duermo bastantes horas durante el día. El animal ha crecido: ahora se asemeja a un gato de tres semanas de edad, cosa por la cual no me cuadran los cálculos de mis dias aquí. Puede que hayan pasado más días que diez, pero eso ya me deja de importar a cada minuto que pasa. El otro día me acordé del señor Blanco, ese misterioso personaje con el que me carteaba a menudo. Soñé con él; sosteníamos una larga conversación sobre las verdades de este mundo. Pero yo callaba, no le contestaba. Me preocupa mi refugio: ayer se voló la tela y ahora mi techo se compone exclusivamente de hojas. Mis días se hacen eternos; son silenciosos, como mucho despertados por los ruidos de la selva, los animales que yo no he conseguido cazar. Tal vez el gato, cuando crezca...

24 de noviembre de 2010

Primera luna llena.

"Han pasado 7 días desde que regresé de aquella trampa. He decidido comenzar a basarme en un calendario lunar a partir de este acontecimiento puesto que no consigo estipular los días que llevo en total en la isla. he reconstruido el refugio y también he construido una especie de depósito de agua cerca, en el borde del bosque, entre unas palmeras. Se trata de una suerte de ramas, cuerdas y hojas enmarañadas forrado todo con unos plásticos que han llegado a la playa. Espero que sirva de algo. Al regresar me lo he tomado todo más en serio, tengo más valentía, la noche ya no me abruma. Pero esa fortaleza es aparente. Hoy me he mirado en un charco del bosque y no me he reconocido. una espesa barba cubre mi cara, mi piel es de un color totalmente abstracto por culpa del Sol. Veo otra persona, menos lúcida quizás, más salvaje, abrumada, inde-"

[Aquí Blas parece venirse abajo. Esta hoja del cuaderno aparece incompleta. Tiene una parte arrancada por lo que no se puede leer el resto del texto. Lo que si que se advierten son una serie de tachones por el texto que se conserva. Las tres hojas siguiente están llenas también de tachones y dibujos de todo tipo: una isla con una palmera y un cuerpo ahorcado en ella, un barco con mirada asesina, una silueta oscura con aspecto fantasmagórico, etc.]

17 de octubre de 2010

Día 45?

"Por fin mi hogar... o lo que queda de él. No puedo creer que haya regresado, ¡He sobrevivido! He estado más de 20 días atrapado bajo el suelo.
Explorado la isla, como cada día, llegué a una zona pedregosa, con poca vegetación. Andando de un lado a otro buscando cualquier cosa útil, o cualquier lugar bueno para cazar, para refugiarme o para conseguir agua, caí por una grieta estrecha. Fue una caída de unos 4 o 5 metros. Era la entrada a una cueva; allí he permanecido hasta ahora. He sobrevivido alimentándome de murciélagos y bebiendo la poca agua que conseguía al filtrarse por algunos rincones. Había algunas piedras y he ido picando con ellas la pared y amontonando los escombros resultantes bajo la grieta. Después de muchos días (no sé exactamente cuantos) , habiendo despedazado media cueva, he conseguido salir al exterior.
Ahora estoy prácticamente como el primer día. El refugio está casi destrozado al no haberlo cuidado durante este tiempo. Comienza el trabajo desde cero. Al menos tengo fuego. La noche parece que viene ya."

Blas Alcaçobas

21 de junio de 2010

Día 20

"Calor es lo que recorre mi cuerpo. Y frío; tiemblo como un niño solo ante la oscuridad de la noche. Estoy reforzando el refugio no sólo por el tema climático; temo que alguien o algo me ataque en la noche. Cada vez tengo la sensación más fuerte de no estar solo aquí. Donde ahora duermo es el segundo refugio que he construido. Abandoné el primero, que estaba a ras de suelo, cuando me sorprendió una serpiente enorme mientras dormía en mi lecho. El nuevo esta elevado un metro del suelo y rodeado por un pequeño foso en el que permanece ascuas y pequeñas llamas durante la noche. Toda precaución es poca. A veces pienso que estoy enloqueciendo. Siempre me creí un hombre capaz de afrontar cualquier reto racional y valientemente. Ahora si no fuera porque marco con un muesca cada día en un palo que hace las veces de calendario, pensaría que en lugar de 20 días llevo 20 años en este lugar. Al día prácticamente no le temo, pero el anochecer me abruma profundamente. Por la mañana soy un implacable cazador (la cantidad de lagartos, ratas gigantes, pájaros, y otros suculentos seres vivos que han pasado por mi hoguera dan fe de ello), pero en la madrugada me siento vulnerable ante la más pequeña pulga. Si a medio día uno de mis gritos hace salir volando a bandadas enteras de pájaros de todos los árboles de alrededor, en la oscuridad, el más mínimo chasquido de una rama hace que mi corazón se acelere enloquecido.
Sinceramente, espero que alguien venga pronto a rescatarme, o al menos conseguir apaciguar mis miedos. De otro modo moriré de terror."

Blas Alacaçobas

5 de mayo de 2010

Día 7

Es un día triste, menos por las nubes que por el hecho que se me hayan muerto tres de los cuatro gatitos. Pasaron demasiado frío en la noche, y sólo ha sobrevivido uno, el cual no abre los ojos para nada. Los he enterrado humildemente al lado de mi agujero.

Paralelamente a este hecho, he empezado a construir mi refugio. Con el machete he cortado los palos y los he colocado cuidadosamente entre dos árboles formado arcos no muy resistentes , por eso los he sostenido con ramas más duras por debajo. Para el techo, puesto que las hojas de palmera eran muy volátiles, he tenido que rajar el anorak. Bendita gloria! ahora llueve, y no me estoy mojando.

El gatito lo he cubierto con un trozo de tela del anorak que me ha sobrado, y los demás trozos me los he puesto por dentro de las mangas de la camisa. He encendido un fuego antes, pero la lluvia lo ha consumido. Por esa razón tiemblo mientras apunto estas obsesivas notas. Anhelo un escritorio caliente, y una buena alfombra donde reposar mis pies. Espero que, en el caso de que haya alguien más en esta solitaria isla, no me robe el calzado.

Igor Vénides

27 de abril de 2010

Día 12

"Mi salvación ha estado cerca, pero se ha esfumado en el horizonte. Estaba caminando hacia la planicie por el bosque. Cuando he salido a espacio abierto, en la planicie, he visto un barco a lo lejos. He saltado, he agitado los brazos, he chillado, pero de nada ha servido. Desde la playa el barco quedaba justo en frente. Si hubiera estado allí podría haber avivado el fuego para que me vieran. Estaba muy lejos pero apostaría que era un petrolero porque era muy alargado. Lo cierto es que sigo aquí, y sin comer. No he comido porque justo ese episodio ha eclipsado el que iba a ser el evento del día: la caza. Había visto otra rata al salir a la planicie. Armado con una lanza de madera que he fabricado no se me habría escapado en campo abierto, pero al ver el barco y enloquecer la he asustado y la he dejado huir.
Tengo la sensación de que hay alguien más en la isla. Serán alucinaciones propias de la soledad..."

Blas Alcaçobas

19 de abril de 2010

Día 6

Por fin! hoy he oído ruidos debajo de unos arbustos y, acercándome con un palo, he descubierto una camada de animales extraños. Yo, Igor Vénides, licenciado en historia del arte, no es que sepa mucho sobre animales, pero me han parecido felinos. Tenían un color grisáceo, y se los veía débiles y mortecinos, así que los he cogido y me los he llevado a mi refugio.

Los gatitos maúllan de vez en cuando: parecen quejarse. Puede que la fortuna no haya sonreído a la madre de los cachorros, así que he decidido quedármelos y criarlos conmigo. Suena arriesgado. Me gusta la vida animal, y ahora que yo soy uno más en esta isla desierta, adoptaré una postura lo más humana posible, dentro de la escritura, el pensamiento, la reflexión y la solidaridad para con otros seres.

Tengo un proyecto de refugio, y por eso he ido almacenando durante estos días palos, ramas, hojas de palmera y ramitas flexibles para ver si puedo construirme un sitio decente donde vivir. Busco y busco dentro de mi mente, pero va demasiado deprisa, tengo demasiadas sensaciones que jamás había experimentado y no puedo parar. Más o menos me alimento bien, pobremente, pero alimentado. Las náuseas aparecen de vez en cuando, sobre todo cuando estoy muy cerca del mar. Nunca me ha gustado el mar. Por eso siento náuseas. Los gatitos duermen, o eso parece.

Igor Vénides

Día 10

"He encontrado un cuaderno en el que comenzaré a escribir para matar estos ratos terribles que me abruman. La soledad es terrible. Parece que el tiempo cambia, comienza ha hacer frío. Pienso día a día si habrá más supervivientes, pero ya hace 10 días que estoy aquí y sólo algunos pedazos de madera más han llegado a la orilla. Subí a la montaña y vi que hay otras dos islas hacia el sur. Puede que allí hayan ido a parar algunos de mis compañeros. Pero tampoco tengo mucha esperanza de que se haya salvado alguien.
Cuando comencé a recorrer la isla pensé que la selva sería muy grande, pero lo cierto es que ocupa más o menos un tercio de la isla. Desde la montaña hacia el norte y el oeste se extiende una llanura elevada, una meseta, con matorrales bajos y hierbas. Hay muchos pequeños riscos repartidos por la planicie.
Los animales no son muy grandes pero ya he cazado alguno. Sobre todo hay lagartos, pájaros e insectos, aunque también he visto una rata muy grande que no he podido capturar. Lo que he cazado han sido dos lagartos, uno hoy y otro hace tres días. Los he cocinado en la hoguera, porque he conseguido hacer fuego.
Mato el tiempo recorriendo la isla, aunque regreso a la playa al atardecer por si algún barco pasa cerca, y porque es un lugar que me transmite seguridad. Estoy pensando en hacer una cabaña en el otro extremo de la llanura, por si algún día me demoro demasiado y tengo que pasar allí la noche."

Blas Alcaçobas

15 de abril de 2010

Día 4

Distinguido señor Gorgonzola:

Le escribo la siguiente carta para confirmarle el acuerdo comentado en una de mis anteriores cartas. Le comunico de nuevo, aun a riesgo de parecer pedante y interesado, mi buen parecer sobre el hecho de encontrarnos en persona, cara a cara. El asunto del que hablamos por burofax me tiene aún intrigado, así que necesito saber. Aunque prefiero el carteo corriente, me entusiasma la idea de poder hablar sin limitaciones.

Fdo. Blanco

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De nuevo una carta al azar me ha hecho casi saltar las lágrimas. Una sóla lágrima me ha podido limpiar la mejilla polvorienta y húmeda a la vez, pero no me ha surgido nada más. Las pocas ganas que tenía de vivir se escudan detrás de estos papeles mojados, sucios, por mucho intento de guardarlos en seco.

Mis pertenencias están cada vez más repartidas, y más desgastadas. Estoy cansado, con sueño, y me apetece más bien poco escribir.

Igor Vénides

22 de marzo de 2010

Día 3

Distinguido señor:

Dice usted conocer las verdades del conocimiento, o de parte de él, por eso me pongo en contacto con usted. No sé quién es ni de dónde viene, pero he de admitir que su carta me ha conmocionado. No me cabía en la sesera imaginar que un hombre apodado Gorgonzola pudiera haber entrado tan dentro de mí, y para colmo, haberme hecho responder con estas humildes palabras. Pues he de decirle que, des del mayor respeto y admiración, me gustaría entablar conversación con usted, fuera de papeles ni distancias. Espero su contestación.

P.D: seguiré su juego y de ahora en adelante seré el señor Blanco.

Un abrazo,
Blanco

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Sólo de leer estas líneas me pierdo en la inexactitud. Mas suerte es la mía de poseer aún todas estas cartas tan vagas y poco precisas. Ahora sé que nunca habría de haber cogido ese barco...

Mis vomitonas se han aligerado, y he encontrado otro tipo de bayas más amargas, parecidas a los higos, que no me causan tanto ardor. Sigo durmiendo en el mismo agujero, pero el frío me corroe poco a poco. Veo crecer mi barba por centímetros, la observo día y noche, sin otra ocupación que esa. Y mis magulladuras me escuecen...

Igor Vénides

5 de marzo de 2010

Día 4

"Me llamo Blas Alcaçobas. Hace cuatro días el barco en el que viajaba naufragó y acabé aquí. Aún no sé si se trata de una isla o si está unido al continente. Subiré a una cima que se ve desde aquí para comprobarlo. Me encuentro en una playa de rocas con algo de arena. Tiene una anchura de más o menos 100 m, después comienza un bosque frondoso, una selva. Al día siguiente de llegar escribí el mensaje de socorro de más arriba pero ni siquiera tengo una botella donde meterlo. Me estoy alimentando de cocos que hay por el suelo, y ayer cogí algunos mejillones cuando bajó la marea. aún no he hecho fuego porque por la noche no hace frío y tampoco lo he necesitado para comer ya que los mejillones los coloqué abiertos sobre una roca al sol. Aunque si que lo intento porque tengo miedo de que algún animal me pueda atacar por la noche. Duermo sobre unas hojas de palmeras."

Blas Alcaçobas

22 de febrero de 2010

Día 2

Me he levantado mareado, azotado por la brisa. Suerte que tengo mi lápiz y mi libreta. Me duele mucho el estómago, y mis excrementos huelen peor.

Lo paso mal aquí, pero es una vivencia única. El hambre me corroe las entrañas, y cada vez alcanzo menos plátanos a la par que mi barriga los va tolerando menos. Al mediodia me encuentro bien; hace sol, el viento no es fuerte... Me he bañado en el mar y he intentado pescar con mi camisa, pero los peces son más escurridizos que las ranas. Necesito a alguien con quien compartir mi soledad...

Me he magullado intentando subir al platanero. Se ha partido una rama y me he caído al suelo. Me duele el costado. Me pregunto que habrá sido del resto de la tripulación. El capitán ha muerto, de eso estoy seguro. Yo mismo lo vi hundirse entre las rocas, y me pareció verlo entre los cadáveres de la playa. Ya me he deshecho de ellos: los he apilado lejos de mi hogar, si se le puede llamar así a un agujero en el suelo cubierto de hojas. Lo peor no es el hambre ni la fatiga, me parece que moriré de aburrimiento. Eñoro un buen libro para leer, una televisión, o un buen ordenador.

Espero que, si alguien ha sobrevivido, que esté en mejores condiciones que las mías...

Igor Vénides

16 de febrero de 2010

Día 2

"SOS SOY BLAS ALCAÇOBAS TRIPULANTE DEL PESQUERO CABO BOJADOR IV HEMOS NAUFRAGADO TRAS UNA TORMENTA DE UNA SEMANA NUESTROS APARATOS DE NAVEGACION SE ESTROPEARON Y DESCONOZCO DONDE ESTOY ES UN PUNTO DEL ATLANTICO OCCIDENTAL CERCA DEL TROPICO SOCORRO NO HAY MAS SUPERVIVIENTES"

Blas Alcaçobas

8 de febrero de 2010

Día 1

Día 1:

Maldigo a toda la tripulación, al capitán y a todos sus mozos. Parece ser que su suerte iba unida a su incompetencia, y se han visto encharcados hasta la cabeza. Huele a agua salada, y me encuentro en una playa de arenas más bien blancas, rodeado de los cadáveres de los susodichos marineros.

Me he puesto a quitarles los objetos personales a los muertos que yacen a mi alrededor. No son muchos, ni por asomo se acercan al total, pero la playa es grande y esta isla lo es mucho más. En definitiva, he conseguido un machete, una caja de cerillas, dos carteras de cuero sintético y, además de estos objetos que me pueden ser de gran utilidad, he extraído a uno de los mozos su anorak de plumas, visto el frío y la humedad que aquí se respira.

Toda mi ropa está mojada y el cielo está encapotado. Curiosa casualidad para un viajero que ahora no tiene destino...

Me he adentrado un poco en la densa selva que linda con las arenas. Allí me ha sido difícil recoger algo de yesca y un par de troncos no demasiado húmedos, pero ni siquiera he podido sacar un gozne de humo.

Suerte que mi pequeña libreta está intacta. A este paso se me va a llenar de lo lindo, pero supongo que no tengo nada que perder. He hecho una cosa de la que momentos después me he arrepentido: he colocado los cadáveres de mis compañeros en forma de cuña, haciéndome una barrera que me protege del viento, a cambio de un hedor más bien putrefacto. Allí me he quedado tumbado, pensando en mi família, en mi ciudad natal... He llorado, he maldecido. Finalmente, aunque no sé en qué momento, me he dormido.

Me he despertado por el aire gélido del mar. El hambre también ha contribuido al hecho de no poder dormir más... Tengo los labios cortados, y me saben a mar. He decidido hacer otra pequeña expedición por la selva, sin alejarme demasiado de la costa. Bendito el fruto de tu vientre, platanero! O eso creo yo... Me he comido unos cinco plátanos de golpe. Son plátanos gruesos, consistentes, parecen hechos de harina. Pero he devorado cinco exactamente. Ahora no sé si me siento demasiado lleno... He apartado las hojas de debajo del platanero bendito para señalizar de alguna manera el alimento tan preciado. Ahora estoy otra vez en mi fortaleza de cadáveres, esperando a que un helicóptero de rescate venga a por mi. Tal vez me vea, aunque no hago ningún esfuerzo. Estoy tan desganado...Sólo me apetece plasmarlo en el papel mojado.

Igor Vénides