27 de abril de 2010

Día 12

"Mi salvación ha estado cerca, pero se ha esfumado en el horizonte. Estaba caminando hacia la planicie por el bosque. Cuando he salido a espacio abierto, en la planicie, he visto un barco a lo lejos. He saltado, he agitado los brazos, he chillado, pero de nada ha servido. Desde la playa el barco quedaba justo en frente. Si hubiera estado allí podría haber avivado el fuego para que me vieran. Estaba muy lejos pero apostaría que era un petrolero porque era muy alargado. Lo cierto es que sigo aquí, y sin comer. No he comido porque justo ese episodio ha eclipsado el que iba a ser el evento del día: la caza. Había visto otra rata al salir a la planicie. Armado con una lanza de madera que he fabricado no se me habría escapado en campo abierto, pero al ver el barco y enloquecer la he asustado y la he dejado huir.
Tengo la sensación de que hay alguien más en la isla. Serán alucinaciones propias de la soledad..."

Blas Alcaçobas

19 de abril de 2010

Día 6

Por fin! hoy he oído ruidos debajo de unos arbustos y, acercándome con un palo, he descubierto una camada de animales extraños. Yo, Igor Vénides, licenciado en historia del arte, no es que sepa mucho sobre animales, pero me han parecido felinos. Tenían un color grisáceo, y se los veía débiles y mortecinos, así que los he cogido y me los he llevado a mi refugio.

Los gatitos maúllan de vez en cuando: parecen quejarse. Puede que la fortuna no haya sonreído a la madre de los cachorros, así que he decidido quedármelos y criarlos conmigo. Suena arriesgado. Me gusta la vida animal, y ahora que yo soy uno más en esta isla desierta, adoptaré una postura lo más humana posible, dentro de la escritura, el pensamiento, la reflexión y la solidaridad para con otros seres.

Tengo un proyecto de refugio, y por eso he ido almacenando durante estos días palos, ramas, hojas de palmera y ramitas flexibles para ver si puedo construirme un sitio decente donde vivir. Busco y busco dentro de mi mente, pero va demasiado deprisa, tengo demasiadas sensaciones que jamás había experimentado y no puedo parar. Más o menos me alimento bien, pobremente, pero alimentado. Las náuseas aparecen de vez en cuando, sobre todo cuando estoy muy cerca del mar. Nunca me ha gustado el mar. Por eso siento náuseas. Los gatitos duermen, o eso parece.

Igor Vénides

Día 10

"He encontrado un cuaderno en el que comenzaré a escribir para matar estos ratos terribles que me abruman. La soledad es terrible. Parece que el tiempo cambia, comienza ha hacer frío. Pienso día a día si habrá más supervivientes, pero ya hace 10 días que estoy aquí y sólo algunos pedazos de madera más han llegado a la orilla. Subí a la montaña y vi que hay otras dos islas hacia el sur. Puede que allí hayan ido a parar algunos de mis compañeros. Pero tampoco tengo mucha esperanza de que se haya salvado alguien.
Cuando comencé a recorrer la isla pensé que la selva sería muy grande, pero lo cierto es que ocupa más o menos un tercio de la isla. Desde la montaña hacia el norte y el oeste se extiende una llanura elevada, una meseta, con matorrales bajos y hierbas. Hay muchos pequeños riscos repartidos por la planicie.
Los animales no son muy grandes pero ya he cazado alguno. Sobre todo hay lagartos, pájaros e insectos, aunque también he visto una rata muy grande que no he podido capturar. Lo que he cazado han sido dos lagartos, uno hoy y otro hace tres días. Los he cocinado en la hoguera, porque he conseguido hacer fuego.
Mato el tiempo recorriendo la isla, aunque regreso a la playa al atardecer por si algún barco pasa cerca, y porque es un lugar que me transmite seguridad. Estoy pensando en hacer una cabaña en el otro extremo de la llanura, por si algún día me demoro demasiado y tengo que pasar allí la noche."

Blas Alcaçobas

15 de abril de 2010

Día 4

Distinguido señor Gorgonzola:

Le escribo la siguiente carta para confirmarle el acuerdo comentado en una de mis anteriores cartas. Le comunico de nuevo, aun a riesgo de parecer pedante y interesado, mi buen parecer sobre el hecho de encontrarnos en persona, cara a cara. El asunto del que hablamos por burofax me tiene aún intrigado, así que necesito saber. Aunque prefiero el carteo corriente, me entusiasma la idea de poder hablar sin limitaciones.

Fdo. Blanco

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De nuevo una carta al azar me ha hecho casi saltar las lágrimas. Una sóla lágrima me ha podido limpiar la mejilla polvorienta y húmeda a la vez, pero no me ha surgido nada más. Las pocas ganas que tenía de vivir se escudan detrás de estos papeles mojados, sucios, por mucho intento de guardarlos en seco.

Mis pertenencias están cada vez más repartidas, y más desgastadas. Estoy cansado, con sueño, y me apetece más bien poco escribir.

Igor Vénides