5 de mayo de 2010

Día 7

Es un día triste, menos por las nubes que por el hecho que se me hayan muerto tres de los cuatro gatitos. Pasaron demasiado frío en la noche, y sólo ha sobrevivido uno, el cual no abre los ojos para nada. Los he enterrado humildemente al lado de mi agujero.

Paralelamente a este hecho, he empezado a construir mi refugio. Con el machete he cortado los palos y los he colocado cuidadosamente entre dos árboles formado arcos no muy resistentes , por eso los he sostenido con ramas más duras por debajo. Para el techo, puesto que las hojas de palmera eran muy volátiles, he tenido que rajar el anorak. Bendita gloria! ahora llueve, y no me estoy mojando.

El gatito lo he cubierto con un trozo de tela del anorak que me ha sobrado, y los demás trozos me los he puesto por dentro de las mangas de la camisa. He encendido un fuego antes, pero la lluvia lo ha consumido. Por esa razón tiemblo mientras apunto estas obsesivas notas. Anhelo un escritorio caliente, y una buena alfombra donde reposar mis pies. Espero que, en el caso de que haya alguien más en esta solitaria isla, no me robe el calzado.

Igor Vénides

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