22 de febrero de 2010

Día 2

Me he levantado mareado, azotado por la brisa. Suerte que tengo mi lápiz y mi libreta. Me duele mucho el estómago, y mis excrementos huelen peor.

Lo paso mal aquí, pero es una vivencia única. El hambre me corroe las entrañas, y cada vez alcanzo menos plátanos a la par que mi barriga los va tolerando menos. Al mediodia me encuentro bien; hace sol, el viento no es fuerte... Me he bañado en el mar y he intentado pescar con mi camisa, pero los peces son más escurridizos que las ranas. Necesito a alguien con quien compartir mi soledad...

Me he magullado intentando subir al platanero. Se ha partido una rama y me he caído al suelo. Me duele el costado. Me pregunto que habrá sido del resto de la tripulación. El capitán ha muerto, de eso estoy seguro. Yo mismo lo vi hundirse entre las rocas, y me pareció verlo entre los cadáveres de la playa. Ya me he deshecho de ellos: los he apilado lejos de mi hogar, si se le puede llamar así a un agujero en el suelo cubierto de hojas. Lo peor no es el hambre ni la fatiga, me parece que moriré de aburrimiento. Eñoro un buen libro para leer, una televisión, o un buen ordenador.

Espero que, si alguien ha sobrevivido, que esté en mejores condiciones que las mías...

Igor Vénides

16 de febrero de 2010

Día 2

"SOS SOY BLAS ALCAÇOBAS TRIPULANTE DEL PESQUERO CABO BOJADOR IV HEMOS NAUFRAGADO TRAS UNA TORMENTA DE UNA SEMANA NUESTROS APARATOS DE NAVEGACION SE ESTROPEARON Y DESCONOZCO DONDE ESTOY ES UN PUNTO DEL ATLANTICO OCCIDENTAL CERCA DEL TROPICO SOCORRO NO HAY MAS SUPERVIVIENTES"

Blas Alcaçobas

8 de febrero de 2010

Día 1

Día 1:

Maldigo a toda la tripulación, al capitán y a todos sus mozos. Parece ser que su suerte iba unida a su incompetencia, y se han visto encharcados hasta la cabeza. Huele a agua salada, y me encuentro en una playa de arenas más bien blancas, rodeado de los cadáveres de los susodichos marineros.

Me he puesto a quitarles los objetos personales a los muertos que yacen a mi alrededor. No son muchos, ni por asomo se acercan al total, pero la playa es grande y esta isla lo es mucho más. En definitiva, he conseguido un machete, una caja de cerillas, dos carteras de cuero sintético y, además de estos objetos que me pueden ser de gran utilidad, he extraído a uno de los mozos su anorak de plumas, visto el frío y la humedad que aquí se respira.

Toda mi ropa está mojada y el cielo está encapotado. Curiosa casualidad para un viajero que ahora no tiene destino...

Me he adentrado un poco en la densa selva que linda con las arenas. Allí me ha sido difícil recoger algo de yesca y un par de troncos no demasiado húmedos, pero ni siquiera he podido sacar un gozne de humo.

Suerte que mi pequeña libreta está intacta. A este paso se me va a llenar de lo lindo, pero supongo que no tengo nada que perder. He hecho una cosa de la que momentos después me he arrepentido: he colocado los cadáveres de mis compañeros en forma de cuña, haciéndome una barrera que me protege del viento, a cambio de un hedor más bien putrefacto. Allí me he quedado tumbado, pensando en mi família, en mi ciudad natal... He llorado, he maldecido. Finalmente, aunque no sé en qué momento, me he dormido.

Me he despertado por el aire gélido del mar. El hambre también ha contribuido al hecho de no poder dormir más... Tengo los labios cortados, y me saben a mar. He decidido hacer otra pequeña expedición por la selva, sin alejarme demasiado de la costa. Bendito el fruto de tu vientre, platanero! O eso creo yo... Me he comido unos cinco plátanos de golpe. Son plátanos gruesos, consistentes, parecen hechos de harina. Pero he devorado cinco exactamente. Ahora no sé si me siento demasiado lleno... He apartado las hojas de debajo del platanero bendito para señalizar de alguna manera el alimento tan preciado. Ahora estoy otra vez en mi fortaleza de cadáveres, esperando a que un helicóptero de rescate venga a por mi. Tal vez me vea, aunque no hago ningún esfuerzo. Estoy tan desganado...Sólo me apetece plasmarlo en el papel mojado.

Igor Vénides