22 de febrero de 2010

Día 2

Me he levantado mareado, azotado por la brisa. Suerte que tengo mi lápiz y mi libreta. Me duele mucho el estómago, y mis excrementos huelen peor.

Lo paso mal aquí, pero es una vivencia única. El hambre me corroe las entrañas, y cada vez alcanzo menos plátanos a la par que mi barriga los va tolerando menos. Al mediodia me encuentro bien; hace sol, el viento no es fuerte... Me he bañado en el mar y he intentado pescar con mi camisa, pero los peces son más escurridizos que las ranas. Necesito a alguien con quien compartir mi soledad...

Me he magullado intentando subir al platanero. Se ha partido una rama y me he caído al suelo. Me duele el costado. Me pregunto que habrá sido del resto de la tripulación. El capitán ha muerto, de eso estoy seguro. Yo mismo lo vi hundirse entre las rocas, y me pareció verlo entre los cadáveres de la playa. Ya me he deshecho de ellos: los he apilado lejos de mi hogar, si se le puede llamar así a un agujero en el suelo cubierto de hojas. Lo peor no es el hambre ni la fatiga, me parece que moriré de aburrimiento. Eñoro un buen libro para leer, una televisión, o un buen ordenador.

Espero que, si alguien ha sobrevivido, que esté en mejores condiciones que las mías...

Igor Vénides

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